¿LES IMPORTA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN?
Por: Lic. Ricardo Eguía Valderrama
Enero-22-2011
Llama la atención el Amparo promovido por algunos destacados intelectuales contra la reforma Constitucional que le puso límites a los plazos de campaña, le impuso topes a los gastos de campañas y evitó que el sufragio continuara siendo el meganegocio de los grandes medios de comunicación…
El argumento medular que dichos intelectuales utilizan para inconformarse y pretender que la Suprema Corte de Justicia les conceda el amparo contra la reforma constitucional, es el de la supuesta defensa al derecho de la “libertad de expresión”…
Por formación de vida y tal vez por influencia familiar siempre ligados a los medios de comunicación directa o indirectamente, me preocupa hasta la más lánguida o fugaz insinuación que atente contra ese primordial derecho a expresarnos…
Para empezar no caben en la defensa de la genuina libertad de expresión ni dobleces, ni ficciones, ni ambigüedades y por ello vivo comprometido con esa libertad porque es imprescindible necesidad humana y es preciso verdadero coraje para asumirle más allá de los peligros que hoy aquí entraña y lejos de famas efímeras por comulgar en todos los altares o aplaudir a los poderosos tengan o no razón, les asista o no el derecho, menos cuando violen las leyes abusando de esa libertad que ahora dicen defender…
Por ello que quede claro, he estado y estaré siempre en favor de la verdadera libertad de expresión sin limitación alguna y por tanto encima de cualquier culto acomodaticio o de lo simplemente convencional…
Ahora bien, dejando a salvo las respetabilísimas biografías, la integridad, ideologías individuales y las valías personales de cada uno de los intelectuales inconformes con esa reforma constitucional en material electoral, vale decir que fundan también su amparo en una supuesta falta de técnica legislativa para aprobarla, esto es que todos los Diputados, todos los Senadores y todas las Legislaturas locales se equivocaron en su aprobación y también el Ejecutivo al publicarla…
No pretenderé abrumar con tecnicismos legales respecto a la idoneidad de los argumentos en que fundan los intelectuales su recurso o juicio de amparo, solo llamar la atención sobre el aspecto medular del mismo donde sostienen que la reforma electoral viola la libertad de expresión aduciendo que el cambio en las reglas, las disminución al costo de las campañas (un 50% menos para las campañas presidenciales y solo el 30% para las elecciones intermedias) mejores procesos con menos recursos públicos, menos propaganda negativa que empobrecía el debate, mas propuestas, mas contacto con los electores y sin la participación excesiva de los grandes medios de comunicación supuestamente la afecta o la restringe…esto es, el acto reclamado y supuesto agravio que esta reforma electoral dicen los intelectuales les merma su libertad de expresión deviene del texto del artículo 41 Constitucional que prohíbe a cualquier persona física o moral a título propio o por cuenta de terceros para contratar propaganda en radio y televisión a favor o en contra de candidatos o de partidos políticos…
Este es el meollo de la inconformidad de los intelectuales y como sería prolijo repetir aquí todas sus disquisiciones amorfas de la ley, nos debemos concretar a sus interpretaciones sui-géneris, reduccionistas, asaz simplistas y parciales de la garantía inalienable de la libertad de expresarse y que según ellos ahora es profanada mediantes esa reforma…
Ahora bien, como esta reforma tiene profundas justificantes y razón de ser, vale retrotraernos brevemente en el tiempo para entender su procedencia, sus fundamentos y su plena justificación que hicieron improrrogable se legislara al respecto…
En obvio de repeticiones innecesarias nos tenemos que permitir al texto íntegro de la abultada resolución definitiva del “TRIFE” respecto de la calificación de la elección presidencial del 2006 y de cuyo texto se colige una exhaustiva y precisa relatoría del cúmulo de irregularidades, grave desaseo en el proceso electoral donde se destaca el injerencismo de organismos empresariales con su costosa parafernalia propagandista para incidir en el resultado; también el abuso del poder y de los recursos públicos así como la participación interesada (alrededor de siete mil millones de pesos) de los grandes monopolios de la comunicación que con sus toneladas hiperbólicas de arrogancia y el uso faccioso de la información se erigieron en un poder fáctico para facilitar que una pandilla de la ultra-derecha intolerante se apropiara de la Presidencia de la República…
Le llaman “petición de principio” en cualquier discusión dialéctica y eso es lo que a los intelectuales inconformes con la reforma se les debe redargüir: ¿Cuándo les ha importado un bledo la participación de la ciudadanía en los grandes medios monopólicos de comunicación? ¿Pretenden realmente el acceso a la ciudadanía y la participación de la población en los grandes medios de comunicación cuando la inmensa mayoría no tiene acceso ni a la comida diaria, como pagarían un spot y/o entrevistas a modo a favor o en contra de los candidatos privilegiados de la telecracia y de la “comentocracia” evanescente?
En ese mismo tenor ¿Cómo se disocian los intelectuales como “minoría ilustrada” al servicio de los grandes medios de comunicación en connivencia permanente con malos gobernantes que dominan y se aferran al poder para saquear a México y hacer de cada elección presidencial un trámite estéril donde el desiderátum ha sido que nada cambie y todo siga igual o peor?
¿Pretenden los intelectuales volver atrás para evitar mayor participación ciudadana informada y más respetada para re-anclar el desperdicio de espacios, de tiempos y con ello evitar que los partidos y sus candidatos sin maquillajes ganen con trabajo a nivel de calle, contactos directos con la ciudadanía, establezcan compromisos reales y no se salgan por peteneras a través de videos acartonados?
Esa es la zona gris, son esas mojoneras confusas donde se mezclan ideales con apetitos; dignidades con servilismos; ideas originales con absurdas creencias; Quijotes con apologistas a sueldo; cultura con ignorancia; rutinarios o costumbristas; con intolerantes charlatanes y bribones; presupestívoros con esperanzados, tesoneros y honestos…
Esa es la penumbra espesa donde se confunden el poder civil y los negocios de particulares; hidalguía e ingenio con maldicientes complicidades; estado laico de espaldas a la Constitución; genialidades con mediocracias fósiles y saltimbanquis de la politiquería; demagogia pura para obstruir mas los canales de participación ciudadana de manera directa con el referéndum, las candidaturas independientes y sobre todo la revocación del mandato respecto de lo cual los intelectuales abdican o enmudecen y bástales su condescendencia pasiva con los odres desde donde medran las oligarquías bajo disfraces seudo-democráticos…
Muchos coinciden en pensar, yo incluso, que el gobierno panista y los grandes medios de comunicación chapalean juntos y contentos en las ciénagas de la simulación pretendiendo negar la realidad explosiva y algunos intelectuales se comportan como aquellos cruzados que “nunca iban a combatir a los infieles, se quedaban plácidamente a consolar a las infieles”.
En verdad poco o nada han hecho nunca estos intelectuales en favor de la verdadera democracia participativa…Ya lo decía José Ingenieros: “La peor manera de combatir la mentira democrática sería aceptar la mentira “Aristocrática”, pero en los dos casos trátase de idénticas ineptitudes, solo con distinta escarapela”.
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