y el inicio de un AÑO NUEVO de nuestra cronología…
Enero-03-2010
Por: Lic. Ricardo Eguía Valderrama
“…nada es tan importante en esta vida, que
tratar de ser felices por encima de las
dificultades que la misma vida nos impone…”
En sus procesos de vida natural tanto la hormiga como las ballenas tienen el mismo número de latidos cardiacos, la única diferencia es que en las hormigas los latidos son más rápidos y por ello sus vidas se acortan…
Viven pues mas las ballenas, los elefantes y algunos grandes primates comparativamente con los invertebrados y los insectos cuya existencia es efímera solo por ese vértigo de sus latidos por minuto, ya que todos los seres vivos de este planeta estamos condicionados por las mismas pautas evolutivas del ADN y que sean cuales fueren las causas que hayan producido la aparición del hombre, son en todo caso las mismas que han puesto a la luz del día a todo el resto de la naturaleza viviente….
El hombre dice Jean Rostand no ha terminado de digerir ni su “humillación” zoológica al descender del mono ni mucho menos su aplastante humillación cosmológica como ser infinitesimal que habita y depreda un pequeño planeta de un sistema común ubicado en un lugar aislado de una galaxia de la que existen cientos de miles de millones tan solo en el universo hasta ahora observable con los “rudimentos” de nuestro exiguos avances como especie…
La física nos enseña que ahí donde ha existido materia coexisten el espacio y el tiempo, por lo que sin necesidad de ser un físico-teórico con postgrado es entendible fácilmente que si las evidencias geológicas datan a la tierra en cuatro mil millones de años y a los homínidos antecesores del homo-sapiens solo unos cientos de miles de años, es obvio que los tiempos nos precedieron antes e independientemente de las cronologías inventadas por el hombre a pesar de su insignificancia ponderal para fechar los episodios de su devenir…
Como obra del hombre, la medición del tiempo no solo es relativa como nos enseña Einstein, es también fragmentaria, subjetiva, incierta y transitoria ya que no solo se basa en la observación de los movimientos de la tierra y la luna alrededor del sol que permiten dividir el tiempo en días, meses y años en eterna repetición, sino que el ser humano como advenedizo efímero en esta parte del vasto universo e insumiso ante los rigores de la razón que le informa de su instantaneidad cósmica, aspira a trascender su tiempo biológico y al mirarse como depositario de un valor privilegiado, desafía las normas de la extensión y de la duración…
El júbilo humano por el año nuevo es síntesis no solo por haber “doblegado” el tiempo de un año que “vencimos”, sino también el estar mirando, otros futuros con esa inquietud metafísica que se aviva como esos pruritos inextinguibles y que se exacerban de tanto rascarse por la esperanza renovada de que una ciencia todapoderosa logre al fin inventar alguna suerte de prolongación de la vida que sobrepase al destino estrecho y le dé solución de continuidad a la civilización, a los descubrimientos, a la filosofía, a los ideales, a las religiones, a las matemáticas aplicadas, la genética mejorada, a la abstracción, a la poesía y a la justicia con la que sueñan todavía las paradójicas creaturas humanas abrumadas por las eternas dudas existenciales al no saber a que vino, porque sufre ni para donde irá después si es que existieran universos paralelos…
Blaise Pascal decía que la humanidad se debatía entre dos infinitos: El infinito de la grandeza astronómica y el infinito de la pequeñez con las sub-partículas atómicas, pero sin hundirse en los abismos pascalianos el ser humano por encima de los rangos ficticios de la fortuna, el conocimiento y los títulos; mas allá de viejos prejuicios por supuestos méritos sociales, de estirpes frívolas y jactanciosas se preocupa por el tiempo, por su incesante e imparable transcurrir aunque sueñe cada año nuevo en postergar los límites fijados por la naturaleza…
Pero no es sino viviendo como todo ser humano puede y debe agotar su destino estando obligado a desarrollarse, a mejorarse cada día, a ennoblecerse con las cosas buenas de la vida y a esforzarse perennemente a buscar la felicidad y a prodigarla mientras se tenga vida.
¡Muy feliz año nuevo a todos!
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